Saturday, July 02, 2011

dermatitis


siendo un niño sembré mis manos en la tierra
hice un pacto de amor con la madre nuestra
alimentándola con mi presencia
cada silencio era para ella,
para la luna, el sol y las estrellas.

siendo púber sequé mis ojos de tanto llanto
se quebró el pecebre que contenía al santo
vi atonizado que la otra cara de amor era el engaño
sembré en el aire abuliciones ingratas
prefiriendo ser un no nato

siendo joven ya no era quien había sido
desligado del cósmos era un cristal reflejando nadas
un líquido acomodatizo deformado en contenedores extraños

¿Dónde esta la cosecha de mi silencio y mi amor enterrado?

imagenes megalíticas dominan el espacio infinito del universo propio
se concretizan cada vez que las repaso
estoy descubriendo ciertamente que soy un creador encapsulado
encarnado y desordenado

en la realidad nada es real hasta que nos enroscamos
y algo nuevo surge, un algo que no eres tú ni yo,
nace lo real
la amalgama de sueños y deseos
la mixtura de intenciones y entregas

ahi respira Dios según creo
en el espacio donde no estamos
dando orden al desorden humano

yo pensé recibir la cosecha de mi silencio y mis manos enterradas
un día antes de mi muerte
que una mañana cualquiera tocaría mi puerta la abundancia

ahora siendo adulto
veo en los contornos de las sombras
que la cosecha no es mía
que siendo un niño,
sembré en un campo des adueñado
pués sabía que nada me pertenece
ni pertenece a nadie
solamente respiraba

la parte de cósmos que creo mía, es siderlandia vacua
una imagen más de la insanía apropiativa desquiciada
es una capa oscura y traslúcida
una placenta donde anida la inconciencia
que rodea y engarza

no se que milagro permite ver entre sus vestiduras rasgadas
aquel terreno fértil donde la cosecha del amor pristino
espera ansiosa las boca ambrienta de mi niño ahora adulterado


es tan fuerte el amor puro, que deja siempre un camino
actua como luminosa fragancia
hasta en el más dormido ser
despertando
en el campo del amor
eternamente floreado